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SISTEMA REPRODUCTOR MASCULINO


El sistema genital masculino está integrado por los testículos -gónadas con función exocrina y endocrina-, un sistema de vías espermáticas que evacua los espermatozoides (túbulos intratesticulares, conductos deferentes, conductos eyaculadores), las glándulas  anexas (próstata, vesículas seminales y glándulas bulbouretrales) que facilitan la sobreviviencia de los espermatozoides y un órgano copulador o pene.

Fisiológicamente, el sistema genital masculino sirve a la cópula o coito, la reproducción por tanto, la producción de hormonas, indirectamente, a la excreción de orina, pues comparte algunas estructuras anatómicas con el sistema urinario.

Los órganos sexuales masculinos se forman durante la etapa prenatal bajo la influencia de la testosterona secretada por las gónadas (testículos). Durante la pubertad los órganos sexuales secundarios maduran y llegan a ser funcionales.

El escroto es la parte de la piel que se ha adaptado para albergar los testículos, se sitúan posteriores al pene, los epidídimos y los cordones espermáticos. Está constituido por varias capas de tejidos superpuestos y vascularizados, que contribuyen con la regulación de la temperatura local. La función principal del escroto es encerrar y proteger a los testículos.

Los testículos son dos órganos ovaladas que se hallan suspendidos dentro del escroto mediante los cordones espermáticos. Estos son las gónadas masculinas y producen los espermatozoides (espermatogénesis) y el líquido testicular; como función endocrina, liberan varias hormonas esteroides masculinas, como la testosterona. Cada testículo es un órgano ovalado blanquecino que mide alrededor de 4 cm. de longitud y 2.5 de diámetro. Dos capas de tejidos o túnicas, cubren a los testículos. La túnica vaginal externa es un saco delgado que se deriva del peritoneo durante el descenso prenatal de los testículos al escroto. La túnica albugínea es una membrana fibrosa resistente que cubre los testículos y que con sus prolongaciones internas los divide en 250 a 300 lobulillos en forma de cuñas. En esta túnica se encierra la sustancia testicular o estroma, responsable de las principales funciones. El tabique del escroto separa cada testículo en sus propios compartimientos. Los testículos producen espermatozoides  y andrógenos; estos últimos regulan la espermatogénesis y el desarrollo y funcionamiento de los órganos sexuales secundarios.

El descenso de los testículos hacia el escroto comienza durante la semana 28 del desarrollo prenatal y normalmente se completa en la semana 29. Cuando durante el nacimiento uno o ambos testículos no se encuentran en el escroto, criptorquidia, el descenso podría inducirse con la administración de ciertas hormonas. En caso de falla de este procedimiento, es necesario realizar cirugía, por lo general antes de los cinco años de edad. El fracaso en la corrección de este trastorno puede dar lugar a la esterilidad, tumores en testículos

 La estructura interna del testículo es comparable con el corte transversal de una naranja, ya que la túnica albugínea envía tabiques al interior del estroma, dividiéndole en 200 a 300 lobulillos de forma piramidal. Cada lobulillo contiene uno a cuatro túbulos seminiferos de curso tortuoso, estructuras recubiertas internamente por un epitelio seminífero del cual se diferencian los espermatozoides (espermatogénesis) a partir de las células proliferantes conocidas como espermátides. Entre las sinuosidades de los túbulos discurren vasos capilares y linfáticos y se hallan ciertas células secretoras conocidas como células intersticiales de Leydig, que se encargan de sintetizar la testosterona y otras hormonas esteroides masculinas.

Las vías espermáticas se inician en el nivel estromal de los testículos. Los túbulos rectos son la porción final de los túbulos seminíferos que no posee un epitelio con células espermatogénicas, originan un laberinto de conductos con células ciliadas que finaliza en 12 a 20 conductos llamados conductos deferentes. Éstos perforan la túnica albugínea y convergen para formar un conducto único, el epidídimo. Éste constituye la parte del conducto excretor del esperma que se localiza dentro del testículo y posee una delgada capa de músculo liso cuya contracción hace progresar los espermatozoides por el conducto. Se suele dividir las porciones del epidídimo en cabeza, cuerpo y cola, bastante enrollados entre sí y con una longitud de siete metros. Durante su paso por el epidídimo los espermatozoides maduran y sufren cambios en su membrana celular, además de que adquieren una movilidad muy amplia. En la cola se almacenan temporalmente los espermatozoides los cuales se ven proyectados hacia los siguientes elementos tubáricos, por fuertes contracciones del músculo liso, en la eyaculación. Este estímulo está gobernado por el sistema nervioso simpático. El conducto deferente es la prolongación del epidídimo que atraviesa la cavidad pélvica y termina en la próstata. Allí se une con el conducto excretor de la vesícula seminal y juntos forman el conducto eyaculador que desemboca en la uretra. El conducto eyaculador es corto, estrecho y está localizado dentro de la próstata. La uretra peneana es el segmento que comparte el aparato reproductor masculino y urinario.

 El espermatozoide maduro, gámeto masculino o célula de semen es una célula en forma de renacuajo microscópico, con alrededor de 60um de longitud, que consta de cabeza ovalada, un cuerpo cilíndrico y una cola alargada.

La próstata es una glándula exocrina que rodea el cuello de la vejiga y la porción proximal de la uretra del hombre. Su funcionamiento está bajo el control de las hormonas sexuales masculinas. Produce un líquido incoloro rico en ácido cítrico, fosfatasa alcalina y fibrolisina, que constituyen un vehículo de transporte fluido para los espermatozoides y dan volumen al eyaculado; además es indispensable para la erección normal del pene. El tamaño de la próstata puede aumentar bastante después de los 50 años, produciendo compresión sobre la uretra y haciendo difícil el paso de la orina. Con frecuencia este crecimiento es de carácter cancerígeno, por lo cual debe ser removida por medios quirúrgicos (prostatectomía).

Las vesículas seminales son dos estructuras tubulares situadas entre la vejiga urinaria y el recto. Se unen con los conductos eyaculadores mediante conductos que desembocan en la porción de la uretra que atraviesa la próstata. Funcionan como reservorio del semen y producen una secreción amarillenta y viscosa, rica en fructuosa, que sirve de vehículo para los espermatozoides. Su actividad está regulada por loa andrógenos.

Las glándulas bulbouretrales o de Cooper, son dos pequeños órganos secretorios que producen una secreción mucoide y transparente que lubrica el pene durante la excitación sexual precoital y apoya la eyaculación. Están situadas en la porción proximal del pene donde drenan mediante conductos la uretra.

El pene tiene la doble función de albergar la uretra masculina y servir como órgano para la cópula. Está constituido por los cuerpos cavernosos situados dorsolateralmente, y por el cuerpo esponjoso que rodea la uretra y termina en una posición distal agrandada que es el glande. La piel que lo cubre es laxa lo que le confiere elasticidad, excepto en el glande, donde está firmemente adherida. La erección se produce por el acceso de la sangre a los espacios de los cuerpos cavernosos, desde capilares de la trabéculas y de arteriolas, que se abren directamente en las cavernas. El mecanismo de la erección obedece a un conjunto complejo de estímulos de orden síquico-ambiental y nervioso-automático. El pene está inervado por los nervios raquídeos, simpáticos y parasimpáticos. Hay una gran cantidad de terminaciones sensoriales aferentes. La inervación motora llega hasta las trabéculas y los pequeños vasos sanguíneos. La doble inervación asegura el mantenimiento de la erección y la presentación de la eyaculación y el orgasmo

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